martes, 22 de febrero de 2022

Reflexión


A mis amigos y familiares les informo si es que les impoorta un comino que ahora estoy doblemente discapacitado por problemas en mis dos rodillas y por un problema en mi memoria a corto plazo y que únicamente me permite saber en qué año vivo, aunque todavía puedo reconocer a mis amigos y mantener una fluida e interesante conversación con cualquier persona ya en español o en inglés.
Les suplico que se olviden de seguir insultándome de manera elegante mandándome a estudiar o de tratar de involucrar,me como participante en la COSA NOSTRA de la política ecuatoriana porque esa es otra forma de insultarme con guante blanco.
Les agradecería que en lugar de prestar atención a habladurías y chismes de viejos y viejas de mierda se tomaran la molestia de leer y comprobar por ustedes mismos en qué consiste o de analizar el contenido de mis trabajos literarios y si tienen alguna pregunta les agradecería que se acerquen con todo el respeto y la consideración y me pregunten lo que necesiten saber o si quieren alguna información extra sobre cualquier asunto.
Tengan en cuenta que vengo escribiendo desde 1988 y soy autor de doce novelas y no me interesa para nada ensuciar mi nombre o ceder al chantaje y la difamación de personas irresponsables que me quieren involucrar a la fuerza en la criminal y escandalosa política y show bussisnes del Ecuador.
Gracias a todos por la paciencia que le presten a leer y reflexionar sobre este aviso y nota personal sobre mi salud personal.


 

lunes, 21 de febrero de 2022

Reflexión y tributo al 911

 https://youtu.be/Tv1XL1akTco

El fanatismo es una especie de locura donde el interlocutor no puede reconocer el espacio ni oír con calma o peor comprender el espacio y la postura intelectual del otro como lo definiría el maestro Octavio Paz. El fanático es incapaz de reconocer su error o de aceptar la corrección educada y oportuna y discreta de su interlocutor y eso es un fanatismo demencial de alguien que si es poderoso incluso es peligroso tratar de hablar con él o peor demostrarle con hechos que está equivocado. El individuo pura y cristalinamente loco puede ser inofencivo o en su postura opuesta violento y peligroso, es decir un sicópata que siente placer al quitarle la vida a otras personas, por ejemplo. El loco inofensivo también puede ser un idealista convencido de ser un misionero o parte de algún proyecto divino y suicida como por ejemplo Jesús que sabía perfectamente que lo iban a liquidar en Palestina y sin embargo siguió adelante. Hay tipos de locuras iluminadas que ya no pueden ser reprimidas ni criticadas por la sociedad por el simple hecho de que son admiradas y reconocidas con grandes fortunas, por ejemplo, como en el caso de los grandes pintores cuyos trabajos a simple vista nos parecen unos garabatos realizados por algún niño de kinder pero que al averiguar su valor en el mercado, bueno, estamos dispuestos a reconocer que son las obras plásticas de un genio. En el antiguo código de Bushido de los japoneses como por ejemplo el de los kamikases el rendirse no era algo aceptable ni tenía honor y aunque la Convención de Ginebra prohibía la tortura de los enemigos que se rendían durante una guerra o de su asesinato, los japoneses consideraban que un guerrero debía si era necesario morir frente al enemigo y ese era uno de los motivos por los que algunos pilotos al ver todo perdido se enmbarcaban en unos aviones Mitshubishi con combustible únicamente para el vuelo de ida y evadiendo el sistema defensivo se estrellaban contra los buques y portaviones estadinenses durante la segunda guerra mundial. Este tipo de locura también puede convertirse en algo colectivo con la interpretación errática de un libro sagrado como el Coran y entonces tenemos el caso del pequeño y frágil terrorista Van Atta que se infiltra dentro del sistema estadinense y secuestra junto con sus amigos un avión comercial para luego irse a estrellar contra una de las torres gemelas de New York. Y así podría mi querdio pana de toda la vida Walter Paul seguir disertandote sobre un millon de situaciones en las que te estaría siempre demostrando que el fanatismo es en realidad también una forma de estar loco de remate.

miércoles, 16 de febrero de 2022

INEPTITUD POR EDISON DELGADO YEPEZ 8SAM SCHOLL9

I

neptitud por Sam Scholl
INEPTITUD
Después de aquella inútil conversación, Penélope le dijo a su esposo que se arrodillase junto a ella para que se pongan a orar. Pulido nunca podía decir no a nada y empezó a soportar el dolor que su peso le ocasionaba a las rodillas. Escuchó y escuchó las largas letanías y peticiones de su esposa al Padre Celestial y a duras penas pudo seguir aguantando el dolor de las rodillas, cuando ella terminó su plegaria mormona. Después de eso para Pulido todo seguía igual, nada había cambiado para Pulido.
Por fin la salvación llegó una tarde en que se encontraba atontado por la nicotina, mientras miraba junto con Pava Loca, Iván Reinoso y Carlos Xavier Achí, acostado en la arena, a unos bellos adolescentes correr olas en Paco Illescas. Su amigo de la infancia, Leonardo, apareció de repente y le preguntó si estaba trabajando y al saber que no, le dijo si quería trabajar conduciendo un taxi amigo.
Aquí Pulido tenía que trabajar tres días de día, de ocho de la mañana hasta las ocho de la noche. En este trabajo Pulido le llegó a coger terror a los vigilantes. Pulido no cogía un volante desde hace mucho tiempo, cuando lo habían citado por manejar en contravía. Como nunca tenía un trabajo estable, nunca había pagado la multa y el tiempo había pasado hasta que la citación caducó. Para rematar, el Hyundai Matrix, que manejaba Pulido, no tenía la placa de atrás, y a los malditos cabezas de la Comisión de Tránsito se les ocurrió la idea- seguramente sugerida por P2 Inteligencia Naval-, de realizar un operativo de placas. Luego se inició otra clase de operativo en Petroecuador, - también seguramente una idea sugerida por P2 Inteligencia Naval-, que urgía a la DNH, Dirección Nacional de Hidrocarburos, a vigilar a los expendedores de gas para clausurarlos si vendían los cilindros a los taxis amigos. De esta manera Pulido cada vez le cogía más y más odio al Ecuador, país maldito en el que no podía vivir ni trabajar. Y se sentía mucho más tranquilo y sosegado, cuando trabajaba manejando en las noches y madrugadas. Aquel trabajo era sumamente estresante, había que estar pendiente de la radio, donde una áspera y grosera señorita le hablaba a Pulido en una clave casi ininteligible. Seguramente para, supuestamente despistar a los demás clientes o escuchas invasores.
En una ocasión lo llamaron a Pulido a que vaya a recoger a una profesora de un jardín de infantes. La chica era linda y le pareció algo muy ocurrido cuando Pulido le dijo que casi eran colegas porque él era escritor. Se cayeron tan bien que ella le dio su número de teléfono para que se pusieran de acuerdo en salir un día domingo que estén libres los dos. Pero Pulido la llamó una noche en que andaba en el taxi y se la llevó a trabajar. A ella le gustaba pasear en el carro con Pulido. Se sintonizaron tan bien que ella terminó haciéndole el sexo oral mientras él conducía despacio por las solitarias y nocturnas carreteras de Salinas.
En una ocasión la profesora parvularia le dijo:
- ¿Por qué no te divorcias de tu esposa, si ella ya no te ama, y te casas conmigo, una intelectual como tú, que está a tu nivel y que te entiende bien?
Pero Pulido no contestó. Luego de una pausa que parecía casi eterna le respondió a su amante-amiga:
- Amo demasiado a mis hijos. No podría vivir lejos de ellos y ella me castigaría, llevándoselos lejos. Prefiero matarme antes que provocarles una escisión psicológica de esa naturaleza, que terminaría matándome también. Prefiero sacrificar mi felicidad por la estabilidad emocional y la felicidad de ellos, los siento, espero que me entiendas.
- Sí, te entiendo perfectamente, aunque no tenga hijos, pero tus palabras son tan claras, llenas de emoción, sentimiento y te entiendo, ¿pero por lo menos seguiremos acostándonos y seguir siendo amantes?
- Todo el tiempo del mundo, amor, todo el tiempo del mundo. Sólo contigo puedo conversar de cosas profundas.
- A mí me encanta viajar en el carro contigo, ojalá pudiéramos viajar por toda la eternidad de día y de noche hasta el fin de los tiempos.
En las noches el trabajo era para Pulido un verdadero disfrute. Manejar aquel Hyundai Matriz lo relajaba. Siempre tenía que parquearse y hacer base en el parqueadero de un canal de televisión hasta que lo llamaran por la radio. A los choferes como Pulido, que manejaban carros que no pertenecían a la compañía, les daban un máximo de seis carreras y luego los parqueaban. Entonces los choferes se ponían a conversar sobre los diferentes problemas que tenían con los vigilantes, con los tipos de la dirección nacional de hidrocarburos y los problemas que tenían con los clientes.
Pronto Pulido intimó con uno que parecía ser el más viejo de todos y el más experimentado. Joey le empezó a conversar todas sus experiencias sexuales, incluso las más disparatadas que había realizado con las mujeres negras. Pulido habló y habló y habló como yegua desbocada aquella noche. Y su amigo lo escuchaba atónito y meditabundo. Otro colega que también estaba escuchando fue llamado por la radio y mientras se iba le fue diciendo a Pulido:
- Ya no lo siga pervirtiendo a ese pobre hombre...
Y todos terminaron la conversación con un verdadero ataque de risa verdaderamente demencial.
En una ocasión le tocó a Pulido ir a recoger a una mujer completamente alcoholizada, que le pagó la carrera con un billete demasiado fuerte. Cuando Pulido lo cambió en una gasolinera y regresó a donde se encontraba el vehículo, encontró a la chica vomitando hasta el cerebro por la ventana del carro. Ella al verlo todo asustado le dijo:
- Siga conduciendo, siga conduciendo.
Al día siguiente su amigo Leonardo, con el que se turnaba para manejar el Hyundai, le preguntó que quién le había vomitado la puerta del vehículo. Luego le dijo que le habían aparecido unas bolas en las axilas y en la zona peritoneal y ambos temieron que se tratara de algún cáncer. Pulido de inmediato sospechó que se trataba de algún bombardeo con armas secretas indetectables de P2 Inteligencia Naval. Pero para que su amigo no lo creyera loco, guardó silencio.
Un día, el Gerente de la compañía de taxi amigo, lo invitó a Pulido a practicar en su dojo algo de karate. Este tipo además de experto instructor en Kempo, tenía la manía de fumar triqui. Pulido no sabía el motivo por el que él lo había elegido y se puso el kimono de entrenamiento, reprimiendo a duras penas el nerviosismo, una pierna le temblaba involuntariamente como cuando daba sus discursos en el templo mormón o en la universidad. En alguna ocasión había leído que ha Jack Kennedy, también le temblaba la pierna cuando hablaba en público.
Cuando estuvieron listos y frente a frente, Roger le dijo:
- Ahora, bien, trata de atacarme.
Y Pulido no sabía qué hacer, así que trató de agarrarlo del kimono para sacarlo de equilibrio, pero Roger lo agarró del cuello a Pulido y lo proyectó con bestial fuerza hacia el suelo. Pulido rebotó en el tatame como si fuera de goma y se puso de pie de inmediato. Roger se le fue encima y cuando estuvo cerca, Pulido lo agarró de las solapas y le practicó una proyección de judo ruso, haciéndolo pasar a Roger por encima y haciéndolo volar hacia la otra esquina del tatame. Ahí se quedó Roger un momento, totalmente sorprendido y confuso por la inesperada caída. Luego se levantó y le dijo a Pulido:
- ¿Dónde aprendiste esa técnica de combate?
- En el colegio claretiano Espíritu Santo fui campeón intercolegial de judo y me gané una beca de seis meses para estudiar judo ruso en Moscú.
- Te felicito, hombre, no eres lo que pareces, te felicito. Ni me di cuenta de cuando me agarraste. Ahora pongámonos los guantes de box, vamos a ver cómo estás en el box.
Cuando los dos se terminaron de calzar los guantes, comenzaron a realizar amagues y Roger le propinó dos buenos golpes en el ojo derecho a Pulido, que de inmediato se le comenzó a poner rojo y a hinchar. Cuando se acercó para pegarle en las costillas, Pulido lo agarró del kimono y lo volvió a proyectar con una técnica de judo ruso, que lo hizo volar por encima de su cabeza al pobre Roger. Cuando cayó el robusto Gerente, sintió un intenso, pero intenso dolor en los riñones y se quedó ahí, acostado sin poder moverse por un buen rato.
Después de eso, Roger suspendió la práctica de artes marciales.
Aquel trabajo de taxi amigo duró poco porque la política de la empresa no toleraba muchas fallas en los conductores. Si un chofer, fallaba en dar con las direcciones cuando iba a ver a un cliente, simplemente lo botaban. Y para Pulido era un infierno cada vez que lo mandaban a buscar un cliente a Guayacanes o a Puerto Azul donde los dueños de casa nunca ponían sus señas.
Desesperado Pulido buscaba trabajo en las mañanas mientras en las noches escribía en su vieja máquina de escribir su manuscrito MODERNO, SOFISTICADO Y DECADENTE. Aquel manuscrito ponía en evidencia la falta de una cultura filosófica entre los miembros de la civilización de la costa. Los Guayasenses, poco inclinados a las letras y más metidos en el comercio nacional e internacional, habían delegado todo el andamiaje educativo a los profesores serranos, que les inculcaban sus ajenos y extraños valores a las nuevas generaciones. Todo el pensamiento nativo de los costeños representados en pensadores como José Joaquín de Olmedo y Maruri, Modesto Chavez Franco, Camilo Destrugue Illingworth, Pedro Carbo Noboa, Víctor Emilio Estrada, Julio Estrada Ycaza, Rodolfo Pérez Pimentel y Antonio Gómez Iturralde, estaba siendo ignorado y casi borrado de la historia y de los programas educativos. Los serranos para dominar a los costeños no sólo los habían marginado de las FFAA, sino que habían practicado un verdadero etnocidio cultural con el pensamiento independiente y separatista de los costeños. De esa manera se les quitaba la identidad a la nación costeña que era tan diferente y antagónica a la serrana. Este vacío cultural perpetuaba el que los Guayasenses sean encadenados a perpetuidad en el sistema centralista, que los quiteños heredaron de España junto con esa despreciable tradición de las corridas de toros. Todo eso eran detalles reveladores de un sadismo inhumano para el pensamiento de Pulido, que veía en aquellas celebraciones llenas de chiquillas lindas, tomando vino, felices, mientras en el ruedo de arena se encerraba y torturaba al pobre toro hasta provocarle una humillante muerte que le atravesaba el corazón con una espada hasta hacerlo vomitar sangre y la consiguiente fatal asfixia sanguínea ocasionada por el colapso de los pulmones. Finalmente, a la conclusión que llegaba Pulido era que si el cambio no se daba, había la necesidad de que un piloto guayasense corajudo se fuera a Quito y bombardeara el odiado y temido PALACIO DE CARONDELET, hasta que no quede piedra sobre piedra de la maldita cuna del centralismo.
Una mañana, mientras Pulido subía la loma de su barrio, se encontró de nuevo con su viejo amigo Lucho Lacho y éste le preguntó si quería trabajar de guardia de seguridad de una central política de León Roldós. Pulido le dijo que sí, de inmediato.
Aquella tarde se encontró con su viejo amigo Teddy Crow y éste le dijo que si quería acompañarlo a surfear un rato en el PLAYERO del MIRAMAR.
Teddy había cogido un viejo tablón y lo había transformado en una tabla mediana en forma de una estilizada gota de agua. Lo mejor de esta tabla de foam, de color verde con filos negros en los bordes, era que en la parte de atrás tenía un rabo gordo que en la parte inferior poseía unos profundos canales, que le daban al surfista mayor tracción y agarre a la ola al momento de surfear.
Hacía mucho tiempo que Pulido no corría una ola. Teddy le prestó la tabla a Joey y éste se fue remando hasta la pequeña isla frente al MIRAMAR. El agua estaba fría por la corriente del Humboltd. Las olas eran medianas y transparentes. Pronto Pulido se percató que en aquella tabla era sumamente fácil irse sobre las olas y mantenerse en ellas. Aquellos canales debajo de la tabla eran fabulosos. A pesar de estar completamente oxidado por los problemas y de tener un deplorable estado físico, Pulido se olvidó –por un momento-, de toda su desgracia y miseria. Al bajar aquellas olas playeras, Pulido sentía la fuerza del océano debajo de sus pies, a veces recordaba a Doris cuando la iba a visitar a Canoa, a veces pensaba en sus hijos, a veces no pensaba en absolutamente nada y su mente sólo estaba llena de diferentes imágenes del océano, la ola y el horizonte de un brillante anaranjado. Pero pronto Joey se sintió abandonado de todas sus fuerzas. A duras penas había cogido una ola y ya estaba exhausto. Con lo que le quedaba de fuerzas, remó hasta la orilla donde lo esperaba Teddy y le entregó la tabla. Teddy absolutamente asombrado le preguntó:
- ¿Ya?, ¿eso es todo?
Joey tenía que salir todas las tardes de su casa, despedirse de los niños, coger la 54 y quedarse a dos cuadras de la CENTRAL que lucía unos grandes cartelones de publicidad, llamados gigantografías.
El primer día que Pulido entró a trabajar un afroecuatoriano, que cuidaba carros se le paró al lado y de frente encendió un cigarrillo de marihuana. Cuando Pulido se percató de aquello se alejó un poco y siguió con su trabajo de cuidar que ningún vándalo rompiera la publicidad. Al caer la noche, justo en aquel rincón de la central se reunían una colección de figuras del submundo perdido del alcoholismo y la drogadicción.
Pronto Pulido conoció a toda la mafia de aquel barrio y se hizo íntimo amigo de Manita, el negro Mina y Jimmy. Todos eran pushers de yerba, que de vez en cuando fumaban base-sobretodo el negro Mina-, que no podía comenzar el día sin fumarse una pistola y que le cobraba un dólar a Pulido por protegerlo a él y a la CENTRAL de Roldós. Posiblemente esa protección era de alguna barbaridad que el propio negro Mina pudiera cometer contra la propaganda que colgaba afuera.
En las madrugadas llegaba a la CENTRAL de Roldós, Jimmy y siempre iba con uno o dos ladrillos de marihuana y harto papel periódico y dentro de la central y bajo llave, se ponía a armar las mugas de marihuana que iba a vender más tarde. Mientras ocurría todo eso, Pulido escuchaba la radio católica, mientras las devotas monjitas se desenvolvían en una serie de oraciones, pidiendo la necesaria misericordia al Altísimo. A veces Jimmy, con la frente repleta de sudor, le preguntaba a Pulido:
-¿Por qué escuchas, eso?, ¿acaso eres católico?
Y Pulido le respondía:
- Es mi protección contra cualquier problema que me puedas traer. ¿Sabes lo que pasaría si mi pana Lucho Lacho, llega y nos encuentra aquí metidos en la CENTRAL, con toda esta marihuana? Se arma un tremendo relajo.
- Tranquilo, brother, tranquilo, Manito está en la esquina con un celular para avisarme sobre cualquier novedad. Cualquier cosa yo me encierro en el baño y nadie me saca de ahí.
A Manito le decían Manito porque tenía el brazo doblado por un antiguo accidente de moto y un gigantesco clavo, atravesándoselo, impidiéndole doblarlo completamente. Manito era adicto al puro y a la caña loca y cuando no estaba traficando lo venía a visitar a Pulido junto con sus amigos alcohólicos y se ponía a beber y hablar de alta política hasta que aparecía el sol y Pulido tenía que cerrar para irse a su casa.
Unas veces era Oui oui, el que llegaba con una chatita de puro, otras veces era el Comando 20, 20, que venía cargado con harta marihuana para repartir a todos los vagabundos y desamparados que estaban presentes, otras veces era un anónimo desamparado que se metía dentro de la carcacha de un taxi abandonado para después de acostarse, empezar a fumar pistolas de base, todo eso mientras los patrulleros de la policía rondaban por todas partes.
La tragedia de Oui Oui era algo desgarrador. El pobre había quedado rayado después del servicio militar y de eso era de lo único que hablaba cuando estaba borracho. Algunos decían que el amor no correspondido de una mujer lo había llevado al alcoholismo. De vez en cuando su pobre madre lo iba a buscar para llevarle una tarrina de comida y eso era todo un drama, que arrancaba las lágrimas de cualquier persona.
La historia del Comando 20, 20 era que él había pertenecido a la famosa banda del bronco rojo y con ese dinero mal habido le había comprado una casita a su pobre madrecita. Era un delincuente drogadicto, pero estaba orgulloso de ser un buen hijo. Todo había terminado para él cuando cayó a cana. Al final terminó loco y desamparado por la droga.
Pobres, pobres, pobres hombres. Alguna vez fueron niños cuidados y amados por sus padres y ahora estaban perdidos en el mundo del alcohol por voluntad propia o por una serie de factores desconocidos. Todos buscaban siempre fiar la comida, luego juraban y rejuraban que pronto pagarían sus deudas, pero lo primero que hacían cuando tenían dinero era volver a perderse entre la felicidad artificial del alcohol.
Al lado de la central política de Roldós estaba la casa del pusher que proveía de base a las prostitutas nocturnas. Pulido era testigo de su manera furtiva de llegar, todas temblorosas, apretando el culo para que no se les salga la mierda y llenas de misterio para comprar sus paquetitos, que luego abrían en sus esquinas para preparar sus pistolas y luego ponerse a fumar y fumar toda la noche. Cuando llegaba algún cliente se dirigían a la central donde Pulido hacía guardia y le suplicaban para que – a esas horas de la madrugada-, Joey les dejara entrar para tirar el palito con su cliente y luego irse por ahí con su dinerito. Pulido, pacientemente, cogía los almohadones de un viejo sillón, formaba una cama y luego se iba a sentar a un rincón, siempre escuchando la radio católica, mientras era testigo del acto sexual de las putas con sus sudorosos clientes. Pulido había convertido en las madrugadas la central política de Roldós en una casa de citas y en un antro del narcotráfico. Si su amigo Lucho Lacho lo descubría seguro se le paraba el guacho del susto.
A veces lo iban a ver a Pulido para que las cepillara por última vez antes de irse a sus casas ya casi al empezar a despuntar el sol. Prostitutas con hambre, que practicaban el sexo oral aún enfermas de gripe, unas con cuerpos deformes por el uso que les daban, otras eran negras, negras como la oscuridad de la noche.
Cuando terminaron las elecciones, Pulido volvió a quedarse sin trabajo. Otra vez se paseaba de arriba para abajo la loma de su barrio, fumando y fumando últimos cigarrillos. Penélope le decía que se uniera con ella, de rodillas y que le pidiera a Dios por un trabajo donde pudiera encontrar la paz y la estabilidad laboral que tanto necesitaba.
Pulido ya rendido, se arrodillaba junto a su esposa en la pequeña sala, juntaba las manos y escuchaba la oración en voz alta de su esposa, pero su mente se resistía a comunicarse con Dios. Pulido era mafia y como aquellos mafiosos empedernidos, su cerebro estaba constituido para trabajar las 24 horas en busca de cómo encontrar dinero, la diferencia era que Pulido no robaba ni asesinaba, sino que de verdad trabajaba y hacía todo lo que podía hasta que la suerte se le acababa por la conspiración de P2 Inteligencia Naval.
Entonces, una noche, a Pulido se le ocurrió la genial idea de vender shampoo a todas las peluquerías que conocía desde Salinas hasta Playas y de ahí hasta Canoa.
Recordó a un amigo llamado Bolsa de hielo, devoto de Krsna, que le había ofrecido vender por comisión shampoo. Pulido fue aquella misma noche a ver a Bolsa de hielo y le habló de su proyecto, y el químico, fabricante de shampoo, le dijo que por él no había problema, que él le daba las muestras y los medios litros de delicioso shampoo de almendra, manzanilla y otras clases más para evitar la caída del cabello en la mujer y que de ahí ya todo dependía de Pulido.
Pronto Pulido descubrió que su brillante idea para hacerse millonario no funcionaría porque él vendía el galón de shampoo a seis dólares y había otro proveedor que lo vendía a cuatro dólares y que ya le había acaparado todo el mercado. A parte de eso, Pulido tenía que lidiar con las dueñas de las peluquerías que nunca tenían suficiente tiempo para atenderlo, con los estilistas homosexuales que lo querían comer y con las dueñas de peluquerías de la high life, que siempre pasaban en Miami y que nunca estaban disponibles para atender las súplicas del pobre Pulido. De todas maneras y a pesar de toda su mala suerte, Pulido logró conseguir vender una caneca de 55 litros de shampoo para lavar platos a una dama china para su restaurant EL TENEDOR LIBRE. Después de dos semanas se enteró que el esposo de la china había muerto de un infarto, seguramente por un ataque de P2 Inteligencia Naval. También logró vender varios galones de delicioso jabón de almendra a un peluquero transexual, que al parecer, la presencia de Pulido le había inspirado una secreta e inconfesable pasión.
Una tarde que regresaba de su caminata, completamente derrotado por no poder vender nada se encontró con su viejo amigo Chiqui surfer y éste tenía una linda tabla de tres quillas fabricada por el genial Simon Anderson. Chiqui lo invitó a correr olas y Pulido dejó botado todo y se fue al Playero del Miramar.
Desoués de que Chiqui se remojó un poco, se regresó a la costa y le prestó la tabla y el pantalón de baño a Pulido.
Pulido se sentía como en el cielo con esa tabla de tres quillas. Al principio no cogía ni una ola, pero después de un rato entró al punto una ola completamente tuca y de manera increíble, Pulido la remó y la agarró y se fue en ella. El viento le golpeaba el rostro y lo que Pulido sentía en su cuerpo era una sensación de gran poder, de gran libertad. Cuando vio la oportunidad de tubearse se agachó perfectamente, como en los viejos tiempos, y quedó completamente cubierto por la pared de agua. Cuando salió al otro lado, ya estaba cerca de la orilla, pero comprendió que también estaba cerca del fin de su vida. Todo por lo que había luchado, todo por lo que había sufrido estaba por perderse. Su vida, toda ella, era un completo desperdicio. Cuando llegó a la orilla, le entregó la tabla a Chiqui surfer, se cambió de ropa, apurado, y se fue caminando por los tristes arenales de los viejos arrabales de Salinas a su casa.
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Una noche, Pulido recibió la llamada telefónica de un tal Walter Smith, en la que se le comunicaba que la sociedad italiana POSSI, de Venecia, le había concedido un premio de un millón de dólares por su libro DEMOCRACIA & LIBERTAD, pero que había un problema. El Estado Ecuatoriano, se oponía a esa distinción para Pulido, a quien no lo consideraban como un literato sino como un burro amarrado, un mal ejemplo y una vergüenza nacional. Así que los miembros de la sociedad POSSI, le sugerían a Pulido que adoptara la nacionalidad italiana para poder salir del país, recibir el premio y dar una esperada conferencia sobre su libro.
Pulido no podía creer lo que estaba escuchando. Después de un momento de reflexión, le preguntó a la persona, al otro lado de la línea, si podía salir del país, recibir el premio y dar la conferencia como apátrida, ya que él, en realidad, no se sintonizaba con ningún tipo de nacionalismo, y menos si éste era xenofóbico y rojo. Y el señor Smith reprimió una carcajada y luego le dijo que no habría ningún problema con eso, pero como sentía cierta curiosidad por esa decisión, le preguntó el motivo y Pulido le respondió, sin mucha seguridad, que admiraba al novelista Iván Bunin. Y el señor Smith, a duras penas, pudo contener una carcajada. Luego, el señor Smith, le dijo que para viajar no necesitaba ningún equipaje ni pasaporte ni documentos de ninguna clase, sólo tenía que dirigirse al aeropuerto, acompañado de su esposa, si ella quería, y esperar a ser contactado por él.
Aquella noche Pulido, ya en la cama, leyó un poema de Carlos Luis Ortiz, que decía así:
Alrededor de una fogata baila mi cuerpo,
Se escuda mi piel,
Sobre la arena escribo nombres de gente que se ha ido.
El pasado me destruye, es verdad.
Su ruta es el lindero de un negro mar,
De mis muertes y mis muertos.
Luego le contó todo lo del premio, el viaje y la conferencia a Penélope, que ni salía del asombro ni le creía lo que su fracasado esposo le decía, y luego escuchó lo más sorprendente:
- Penélope, ¿quieres venir conmigo a Venecia?
Y ella, con temblor en los labios le dijo que sí a su fracasado esposo.
A la mañana siguiente, la pareja tomó un taxi y se fueron al aeropuerto.
Aquella mañana la brisa marina de Salinas estaba en todo el espectro electromagnético del malecón. Mientras la bruma del mar refrescaba el ambiente, el sol pegaba fuerte, combinación que producía un clima extraordinario y altamente saludable. De esa manera uno podía vivir doscientos años.
Pulido entró de la mano de su esposa al aeropuerto y se sentía frío, frío. Las emociones fuertes siempre le bajaban la presión a Pulido. Lo mismo le había pasado cuando se enteró de las complicaciones que su hijo Joey, jr, tuvo al nacer, y lo mismo sintió, cuando se entero que su hijo Danni había enfermado de hepatitis.
De pronto, al fondo de un corredor, Pulido observó a un hombre alto, enjuto, espigado como una caña, que parecía más un soldado paracaidista que un intelectual, que lo saludaba con la mano. En las manos tenía un cartel en el que se leía: AQUÍ JOEY PULIDO.
Entonces, Pulido se volvió para mirar y sonreír a su esposa mormona y ella, al principio, le devolvió la sonrisa, pero de pronto puso cara de terror. Cuando Pulido se volvió para atrás, para ver que pasaba, no alcanzó a ver al oficial de la marina que le apuntaba a la cabeza con una pistola sino que sintió un gran dolor en la cabeza, que le cegaba los ojos de negra tinta roja. Y después de eso no supo de nada más.
Penélope se quedó arrodillada en el suelo del aeropuerto con la cabeza ensangrentada de su esposo, en las manos, y el señor Smith, gritando, moviendo los brazos y pidiendo ayuda. Penélope pensaba que hay que tener miedo a la forma como el destino nos cobra por las injusticias que los hombres cometemos.
Al fondo de un pasillo del aeropuerto, se veía que escapaba caminando, despacio e impunemente, el asesino agente de P2 Inteligencia Naval, mientras en los parlantes del aeropuerto se escuchaba la balada CHANCES del grupo AIR SUPPLY.

FIN 

domingo, 13 de febrero de 2022

Ineptitud por Edison delgado Yepez

 Ineptitud por Sam Scholl

INEPTITUD
LA FELICIDAD DE PULIDO
El mundo hará sin ninguna bondad lo que no hagaís por vosotros mismos.
Saul Bellow
Las muertes de otros nos van matando poco a poco, hasta que no quede nada; y también esto, esta nada, será en cierto modo una merced.
John Updike
La fortuna es una rueda, cuyo continuo movimiento a nadie deja gozar largo tiempo de la felicidad.
HERODOTO
Cuando se terminó la venta de los trescientos ejemplares de DEMOCRACIA & LIBERTAD, Pulido se había gastado todos los mil quinientos dólares en comida, impuestos y demás gastos de la casa. No podía creerlo, en total se había metido mil quinientos dólares en dos meses de duro trabajo nocturno.
Incluso llevó a la familia entera a comer pasteles y capuchinos en Sweet & Coffe. Su padre veía ese acto como una manifestación de derroche del dinero. Y le decía a su hijo:
- El pastel llena de mucha azucar la sangre de las personas con propensión a la gordura. Y el café es una patada para el páncreas.
Ahora no sabía qué hacer. Pero, ahora, por las noches, había iniciado un nuevo manuscrito titulado: LA RESPONSABILIDAD POLÍTICA, que contenía su primer capítulo titulado: TODOS LOS HOMBRES DE LA INDEPENDENCIA DE LA PROVINCIA DE GUAYAQUIL. Este manuscrito realizaba un profundo análisis sobre las falencias del sistema Presidencialista en el Ecuador y su tradición centralista española. Y Pulido, en aquel documento, pedía un cambio en el sistema político ecuatoriano, para pasar del Presidencialismo al Parlamentarismo Federal Provincial. Joey fundamentaba sus racionamientos en las abismales diferencias sociológicas, antropológicas, políticas, ideológicas, raciales, etnológicas, linguisticas y de costumbres entre los costeños y los serranos. La Constitución tenía que ser sometida a un cambio, para que los costeños dejen constantemente de ser arrastrados al desastre económico y político, por las pésimas decisiones que se tomaban en el sistema político centralista de Quito, heredado de España. Al respecto Pulido tenía una teoría bastante interesante. Para Pulido la causa del atraso de Latinoamérica era su herencia española. Los españoles conquistaron el continente en pleno oscurantismo de la contrarreforma y eso había sido como el contagio de la peste para la mentalidad política del continente, que se contagió de ese encierro intelectual, ese orgulloso mirar hacia adentro que impide el desarrollo de una cultura más liberal y cosmopolita. Mientras que en el continente estadinense el descubrimiento y la conquista llegó a pisar tierra firme en plena reforma de tal manera que la libertad y la autonomía llegaron para apuntalar el desarrollo mental y la autosuficiencia de la gente.
Incluso, Pulido afirmaba la necesidad de que la costa tuviera sus propias fuerzas armadas y policía, compuesta por miembros nativos de la costa, su propia academia de la lengua, su propio diccionario y que, dentro de la nueva provincia de Guayaquil, compuesta por Manabí, Machala y Guayas, circulara una nueva moneda que se llamaría EL DESTRUGE, en honor al patricio guayaquileño Camilo Destruge Illingworth, y que la bandera de este nuevo Estado, fuera la bandera celeste y blanco de Guayaquil, con sus tres estrellas que representaban las tres provincias antes mencionadas, para dejar de utilizar la odiosa y poco original bandera tricolor, esa mala copia de la bandera de Venezuela, que el viejo Eloy Alfaro Delgado le había impuesto a los costeños, cometiendo el estúpido error de volver a unir la civilización de la costa con la de la sierra, que eran verdaderamente antagónicas e incompatibles, unión, que representaba el no menos odioso bolivarianismo.
Su madre, que era una mujer previsora, le dijo que había hablado con su sobrina Rose Mary, y que ella, le conseguiría un trabajo en el Puerto de supervisor de unos montacargas. Pulido recibió su uniforme, sus botas, su casco, y sus credenciales de ingreso al Puerto.
Todas las mañanas, Pulido se fumaba su último cigarrillo, volvía a decidir dejar definitivamente el cigarrillo y empezaba su jornada de trabajo, y luego, a coger el colectivo de la catorce para ir al Puerto.
De entrada, su presencia fue mal vista por Pescadito, el gordo jefe de operadores de los montacargas. Este gordo poseía un alto sentido de malsana competitividad y veía en Pulido a un vago, aniñado, que lo habían contratado para sustituirlo. Pero no le decía nada de esto a Pulido sino que lo trataba con gran sarcasmo y lo llamaba:
- A ver, MI JEFE, venga por aquí...y vaya a comprar esta manguera hidráulica que la necesitamos urgente. A ver, MI JEFE, venga por acá...y vaya a cambiar estos cheques, que necesitamos efectivo para comprar combustible.
Y luego, Pescadito le contaba su gran proyecto, de instalar un gran y lujoso bar de streap tease en el Puerto, para la diversión de los tripulantes. Incluso ya tenía comprado el aire acondicionado industrial, las luces de colores, el gas de fantasía, los servicios higiénicos, las botellas de whisky, los muebles, toda la música electrónica, el contrato con teve cable y las chicas listas y dispuestas para trabajar. Sólo faltaba hablar con el gran capo del Puerto, Lucky Gutierrez, un pez gordo calibre 38, para que le dé el permiso correspondiente y le alquilase un local dentro del Puerto. El bar se llamaría ANITA y sería la sensación de los tripulantes extranjeros.
En todo el tiempo que Pulido llevaba de vida, ya había desarrollado una gran superioridad intelectual y moral, y veía todo este voudevil con gran calma. No se trataba de que era un cobarde, sino que toda la miseria y la mezquindad humana la comprendía y todo le valía un pito. Además, cuando se tiene tanta mala suerte como Pulido, ya todo se lo toma uno con mayor resignación. Además había publicado un libro que se había vendido con un gigantesco éxito y él estaba tranquilo, porque después de treinta años de desesperación ya había pasado a la historia de la literatura política guayaquileña.
Un amigo, Rafael, le organizó en la Alianza Francesa, un recital poético y Pulido acudió, entre otros poetas para declamar sus tres piezas. Cuando a Joey le tocó su turno declamó un tremendo poema que dejó asustado a medio público y a algunas mujeres silenciosamente escandalizadas. El poema se titulaba VERÓNICA y decía así:
Aquella noche no esperaba
Encontrar el amor
El dolor en las tripas era insoportable
Luchaba contra la tiranía de Dios
En medio de las dunas y de las olas
Apareciste con tu sonrisa
Me saludaste
Te acompañé y te pedí compañía
No te pareció mala la idea de ganarte
Un billete de diez dólares en medio de la noche
Temías encontrarte con tu hermano
Me preguntas que quién soy:
Aquella noche podía ser Flaubert o Jack el destripador
Ciertamente no eres la Verónica de Cristo
Pero aquella noche me salvaste la vida
En el cuarto de al lado
Se escuchaba Holyanna, de TOTO
Chupé tus pezones y luego saboree el sudor de tus axilas
Cogiste mi pequeño pedazo de carne
Y te lo metiste
Acabamos juntos, pero
No sé dónde volverte a ver
Regresaste a la oscura noche preñada de dunas de arena llevando mi semilla en tu vientre
Para nunca más volverte a ver
Cuando Pulido terminó de declamar aquel poema ya casi había terminado el recital y al fondo permanecía una señora de cincuenta años, que se ventaba desesperadamente por el calor que experimentaba. Al parecer era extranjera y parecía que de un momento a otro lo iba a abordar a Joey.
Pulido la observó un momento y se le empezó a acercar poco a poco y ella se venteaba con su abanico con mayor rapidez como deseando fervientemente aquel encuentro. De pronto apareció Helen, su vieja amiga escritora y periodista cultural y lo invitó a cenar al hotel Oro Verde.
Cada vez que Helen lo invitaba a comer a Pulido era a un restaurant lujoso, sólo para los super ricos. Si no era al Club de la Unión era al PALACE o a cualquier otro lugar semejante. Y siempre lo interrogaba sobre los libros que estaba estudiando y sobre los libros que estaba escribiendo. En aquella época, su padre, antiguo archi millonario, estaba mal por el cáncer a los ganglios, batalla que estaba perdiendo poco a poco.
Ya por la mañana tenía que volver a enfrentarse a la pesadilla de trabajar como supervisor de montacargas en el Puerto.
En aquel trabajo, Pulido duró poco tiempo, porque las máquinas sufrían continuamente toda clase de desperfectos- seguramente provocados por las armas secretas indetectables de P2 Inteligencia Naval-. Y el gordo no conseguía suficientes trabajos donde poder colocar las máquinas. En una ocasión le dijeron a Pulido que haga un inventario de la pequeña bodega y cuando Joey estuvo frente a frente de todo aquel armatoste lleno de grasa, donde tenía que registrar, pieza por pieza, todo el contenido, se le subió toda la nicotina de todos lo cigarrillos que se había fumado en su puta vida, y le empezó a dar un ataque de risa demencial, frenética, imparable. Eran oleadas de carcajadas y más carcajadas, que no tenían ni principio ni fin. Cuando finalmente se tranquilizó, empezó a realizar el inventario de la pequeña bodega, pieza por pieza. Cuando le contó a su esposa mormona lo que le había pasado, ella le preguntó que cuál había sido el motivo de semejante comportamiento y él le mintió. Le dijo que había recordado un episodio que le había pasado en Montañita. Pues, en una ocasión, Pulido se había quedado a vivir en Montañita tres meses, y, lógicamente, se había quedado sin dinero para la comida, así que, cuando iba de la punta al pueblo, muerto de hambre, a ver de dónde sacaba un plato de comida, se encontró con unos amigos que le dijeron que no caminara más y que se metiera en una casa de caña a esperar, que ellos le traerían un plato de suculenta comida. Las horas de oscura espera, en aquella covacha de caña eran interminables, y Pulido, que le tenía miedo a la oscuridad, sentía como millones de espíritus, ¿almas en pena?, se le abalanzaban sobre el rostro y hasta sentía que se lo querían llevar en peso, pero Joey estaba tan desfalleciente por la hambruna que no oponía resistencia a nada. Cuando, finalmente, llegaron sus amigos pudo devorar unos trozos de algo que le parecía fritada, pero que al saborearla le parecía también una mezcla de carne de vaca con carne de chancho. Cuando terminó de comer, apetitosamente, sus amigos le preguntaron si le había gustado y él respondió que sí. Entonces, ellos le dijeron que se había comido un zorro con un tremendo rabazo.
Eso fue, lo que Pulido le dijo a Penélope, que era el motivo de la risa demencial, que le había atacado en el Puerto, pero todo era un cuento porque Pulido, en realidad, no sabía de qué se había reído ni la causa que lo había motivado.
Por las noches, Pulido trabajaba incansablemente tipeando en su máquina de escribir mientras escuchaba la canción titulada: BYE BYE SUPERMAN, del grupo electrónico GEYSTER. Le daba los últimos toques a su manuscrito titulado: LA RESPONSABILIDAD POLÍTICA, que contenía dos capítulos, el uno era: TODOS LOS HOMBRES DE LA INDEPENDENCIA DE LA PROVINCIA DEL GUAYAS.
Y al mismo tiempo empezaba un manuscrito, que sería el segundo capítulo de LA RESPONSABILIDAD POLÍTICA, titulado: SOBRE LA LEGALIZACIÓN DE LA POLIGAMIA, capítulo que estaba dedicada a Soraya, princesa de Irán. Mujer iraní, cuya existencia, por su educación europea, estaba dividida entre la cultura occidental y la oriental. Y que a pesar de ser el gran amor del Sha de Irán, Mohamed Reza Palevi, tuvo que divorciarse del gran emperador persa de extremo Oriente por no poder darle descendencia.
Aquel capítulo comenzaba con un liminar del profesor Saul Bellow que hablaba sobre la naturaleza:
Buen trecho nos lleva a algunos a averiguar qué implica el ser hechura y parte de la naturaleza. El tiempo que demora esto dependerá de la presteza con que se disuelva el resguardo social en cada caso. Mas, no bien se ha disuelto ese néctar, muy otro resulta el temple de las cosas, lo cual nos llena los ojos de estupor y lágrimas. La novedad radica en que, aun si te has elevado sobre las arenas de la existencia, estás pronto a caer.
Pulido afirmaba en este escrito, que la naturaleza humana era la fuerza fundamental que gobernaba al hombre moderno, muy por encima de la razón, la moral o el sentido común, y que el sistema capitalista de la mano invisible de Adam Smith, con su filosofía de alta competitividad y de supervivencia del más apto, propiciaba estas condiciones, donde el hombre moderno, como ejecutivo de una o varias empresas, se hallaba junto con su sexualidad y el estrés, completamente perdido, como los leones en medio de la jungla. Pulido proponía regular la necesidad del hombre-como la de los leones-, de introducir su semilla en diferentes mujeres y evitar la plaga de los divorcios, que tanto daño le hacían a las familias con hijos menores de edad o a las mujeres que eran repudiadas por sus maridos por no poder darles descendencia. Para Pulido, el estrés era el promotor principal de la voluptuosidad y la lujuria, y el sexo era la gratificación, que la naturaleza le daba al macho o hembra dominante, por la realización exitosa de un negocio. Pulido explicaba de esta manera la razón por la que había tantos MANAGERS que se divorciaban de su esposa para casarse con su secretaria. También afirmaba que las mujeres que sufrían de infertilidad no tenían que ser repudiadas por sus esposos porque la legalización de la poligamia arreglaría el asunto e incluso facilitaría las cosas a las madres que alquilaban su vientre para ayudar a tener prole a las familias devastadas por trágicos cuadros clínicos de infertilidad femenina. Aunque a Pulido le quedaba por resolver el ambiente de competitividad que experimentarían las esposas por obtener los favores de su esposo y los celos que le quitarían la necesaria estabilidad a la familia.
Todos estos escritos eran intercalados con poemas eróticos, que a veces tenían algo que ver con lo escrito más atrás.
Las noches le parecían a Pulido infinitas, tipeando y tipeando, toda la madrugada. De esta manera, este hombre viejo y enfermo era feliz. Al menos, ahora su familia ya no le decía nada y lo dejaba en su ocupación, sin perturbarlo en lo más mínimo. Al final se había ganado el respeto de su familia y cierta comprensión en su condición de intelectual de cuarta fila.
Pero los problemas parecían no terminar nunca. Cuando se acabaron los libros, Pulido estaba otra vez sin trabajo y chiro. Sus hijos le pedían cosas de comer, ropa para vestirse, zapatos, Penélope le exigía que pagara las pensiones de los colegios, que le diera dinero para el transporte. Penélope seguía con la loca idea de hacer una vida religiosa por separado de la familia de su esposo y en especial de su esposo. Ella creía que toda la desgracia de Joey y toda su mala suerte, provenía de su ateísmo, que era una grave ofensa para Dios. Ahora ella le daba, incluso, por pasar con los niños el fin de año. Para Penélope, su verdadera familia estaba en la Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Ultimos Días. Así era la cosa, Pulido estaba descartado como esposo y casi era considerado una basura como padre.
Pero Pulido no se rendía y por las mañanas salía a buscar trabajo y por las noches seguía tipeando y corrigiendo su segundo manuscrito, titulado: LA RESPONSABILIDAD POLÍTICA. ¡Qué noches tan alucinantes eran aquellas! Pulido escribía en su máquina, y ni el sueño ni el cansancio hacían mella en su determinación de recuperar el tiempo perdido, de recuperar a su familia, de ser alguien que haya dejado una importante huella en la historia filosófica del Ecuador. A veces hacía una pausa en medio de la madrugada y se salía a su patio a fumarse un último cigarrillo. A lo lejos se escuchaba la canción Saidi Love You, de Michael Bolton... y Pulido se veía así mismo como un negro corcel, libre, al galope, en medio del desierto de Salinas. ¿Eran puras alucinaciones?, nadie lo sabía con certeza ni el mismo Pulido.
Una tarde, cuando ya se dirigía derrotado a su casa por no encontrar trabajo, se encontró con una ex compañera de la universidad, que poseía un extraordinario parecido con Mary Tyler Moore y le pidió trabajo. Ella se alegró de verlo. Se fueron a tomar unas cervezas y ella le dijo que le podía conseguir un trabajo en el Puerto. Pulido ya no sabía qué hacer, todos los caminos lo llevaban a Roma y siempre terminaba perdiendo. Luego, Susana le dijo que se había vuelto a divorciar y que tenía a su cargo un hijo con una leve discapacidad que no el permitía escuchar bien. Ella quería que Pulido le hablara de sus libros, pero Joey estaba mal aquella noche. Estaba siendo presa de otro ataque de depresión angustiosa y lo único que quería era irse de ahí lo más pronto posible, acostarse en su cama y dormir hasta que se le pasara la crisis. Pero su amiga, ya borracha, le dijo que le hablara, que le hablara y le volvía a servir más cerveza en su vaso.
Entonces Pulido le habló del nuevo libro que estaba escribiendo y que él era muy escéptico con respecto al camino por el que nos estaban llevando a los costeños la patria serrana. De esa manera siguió hablando, lleno de angustia, sobre sus perspectivas ideológicas y ella, en un momento dado, lo interrumpió al acercarse a él y depositarle un apasionado beso en los labios. Luego le dijo que se fueran a la cama. Pero Pulido no estaba bien aquella noche. Lleno de temores se fue con ella y subió las escaleras del hotel detrás de aquel inmenso culo. A la hora en que los dos estaban desnudos, Pulido descubrió amargamente que no se le paraba la picha y ella le preguntaba toda borracha y despechada con las tetas y su vello púbico al aire:
- ¿Qué es lo que te pasa?, ¿acaso soy demasiada mujer para ti?
Y Pulido respondía:
- Lo siento, es que me has cogido en un mal momento. Estoy muy deprimido y estoy soportando una crisis de angustia fenomenal, lo siento.
Y ella, parpadeando y comprendiendo sus palabras en medio de una nube de alcohol, le dijo:
- Venga para acá, papito.
Y le comenzó a chupar el penecito esmirriado de Pulido, con tal destreza que la picha se empezó a poner bien tiesa. Para cuando terminó de succionar, se acostó en la cama y se quedó dormida con un ligero dolor de cabeza, por la gran cantidad de cerveza que había ingerido. Entonces Pulido empezó a succionarle los pezones de una manera sistemática, hasta que se pusieron bien duros. Pero cuando terminó de chuparle los pezones a Susana, ya la picha estaba otra vez muerta, entonces se acostó junto a ella y se quedó dormido. Aquella noche, en aquel hotel, Pulido tuvo muchas visiones sobre el desierto, el mar, las olas. Constelaciones, galaxias, agujeros negros tragándose galaxias enteras, universos enteros, poemas de Octavio Paz pasaban por su afiebrada mente. A lo lejos se escuchaba la canción de los EAGLES: I can’t tell you why...
Después de muchos días de seguir buscando trabajo en el día y de escribir por las noches su segundo libro titulado: LA RESPONSABILIDAD POLÍTICA, recibió un telefonazo de Susana, en el que le decía que estaba muy agradecida por haberla respetado aquella noche y no haberle hecho nada. Al parecer no se acordaba de lo que en realidad había pasado. Luego le decía, que ya le tenía listo el trabajo en el Puerto y que venga con los papeles necesarios. Una vez más Pulido regresaba al Puerto y de entrada se encontró con un mudito que por señas vendía consoladores de plástico para mujeres y homosexuales, películas porno, condones, lotería y periódicos. Este mudito apodado, Comebicho, que cada vez que hablaba cerraba el ojo derecho, en una ocasión caminando detrás de un tripulante borracho, que recién salía del Puerto, vio cómo a éste se le caía un fajo de billetes de cien dólares y el mudito estuvo hecho con ese billete y se compró un carretilla de hot dogs, que vendía unas salchichas gigantescas. Todos en el Puerto le compraban los hot dogs al mudito Comebicho, que las vendía con pequeños gritos sordos, gestos cómicos y señales.
Pronto, Pulido fue escoltado por un infante de marina, hasta la oficina de un oficial de Inteligencia Naval, y ahí fue rápidamente entrevistado. Cada vez que Pulido iba a hablar, era interrumpido por el oficial de la marina, hasta que por último, le dijo que vaya directamente a trabajar. Al parecer, el poder de Susana era grande, tremendamente grande, para meterlo a trabajar como un rayo.
La primera función de Pulido, era la de controlar los papeles de los contenedores, que traían carga refrigerada para exportación y en general todos los papeles de los contenedores y camiones para exportación. Pulido revisaba, casi mecánicamente, los papeles y pronto fue conocido por los camioneros como: EL IRLANDES, porque siempre los dejaba pasar, sin hacerles mucho problema. Así era Pulido, un hombre de pueblo, que era querido por todos. Pronto Pulido se dio cuenta de cuál era la falla en aquel sistema. El Puerto necesitaba de una ventanilla exclusivamente para la exportación, ya que ese era el rubro más importante para el país y le parecía que la ventanilla tres era la más apropiada. De la misma manera como los bancos tenían una ventanilla especialmente para los depósitos, así debería tener el Puerto para los camiones de exportación de carga refrigerada y perecible. Por ejemplo, si un camión refrigerado repleto de piñas se quedaba sin frío y se podría la fruta, el dueño podía estar perdiendo casi veinte y cinco mil dólares.
Entonces un día fue a la oficina de Susana y le dijo lo que pensaba y ella, un poco avergonzada de verlo nuevamente, le dijo que le hiciera un informe por escrito y que se lo entregara. Y Pulido hizo exactamente aquello y se fue muy contento por su genial idea. Al día siguiente, todos los compañeros lo miraban con más respeto, porque por un motivo que nadie sabía, la ventanilla tres, sólo era destinada para la continua entrada de camiones para la exportación y ya no tenían que esperar ni hacer colas inmensas con el peligro de que se quedaran sin combustible o de que se les arruinara la carga refrigerada por algún desperfecto en el sistema refrigerante.
Luego, llegó el día del trabajador y a Pulido le tocó trabajar en la madrugada. En una de las ventanillas trabajaba un pariente lejano por parte de la madre de Pulido, que era bombero y que tenía la manía de comer a cada rato, inflando de esa manera su descomunal barrigota. Siempre que lo veía a Pulido, le enseñaba una tarrina repleta de guatita y le decía:
- ¡Familia!, ¿quieres jama?
En aquella ventanilla se escuchaba la mejor música de los 70’s, que Pulido se pudiera imaginar. Entonces su jefe le dijo que aquella noche la iban a pasar por todo lo alto. Y le enseñó unas botellas de cerveza envueltas en una funda con hielo. Al parecer, un pinto gordo, un pez gordísimo calibre 38 del puerto, al que apodaban Garrotillo, porque siempre estaba arrecho, le había dejado esas cervezas en lata con tal de que les deje pasar unos contenedores sin los papeles en regla. Entonces empezó la bebedera para celebrar el día del trabajador. A Pulido no le gustaba beber porque no le gustaba vomitar, pero aquella madrugada se declaró loco y empezó a beber como descosido. El resultado fue, que al amanecer terminó vomitando los hot dogs del mudito Comebicho frente a una de las cámaras del Puerto, que lo registró todo perfectamente.
El movimiento efectivo en el Puerto era por las noches.
Cada vez que Pulido veía a un tipo sospechoso con cara de mafia, que se acercaba con ganas de coimar con una suma fuerte, Pulido lo conectaba con su jefe de grupo y él se hacía a un lado. Pulido sólo cogía pequeños sueltos y de esa manera se evitaba problemas mayores. Por proceder de esa manera era todavía más querido por sus compañeros y siempre a la salida del trabajo lo invitaban a comer cangrejos y a tomar cervezas en el bar de oficiales de la marina. Pulido se extasiaba con el espectáculo, casi pornográfico, que daban las mujeres de los militares al lucir esos trajes de baño diminutos y apretaditos. En una ocasión se le acercó Sandra Lee, la hija de un coronel y le dijo que lo reconocía como el escritor que le había vendido un libro sobre política y sexo afuera de una discoteca en el malecón de Salinas. Ella le dijo que lo había leído tres veces y que le había gustado mucho. También Sandra le dijo que escribía desde muy pequeña, pequeños poemas, letras de canciones y que quería ser escritora y después le preguntó, toda temerosa, si él le podía enseñar a escribir.
Pulido, nervioso, no se veía como un instructor o un crítico literario y sólo acertó a decirle lo que había leído en una novela de Jack Kerouac:
- ¡Para ser escritora tendrás que dedicarte a ello como un adicto a las anfetas!
Luego le firmó el autógrafo en una servilleta y le dio una tarjeta con la dirección de la imprenta y ella, con una sonrisa profunda en los labios, lo dejó con su cerveza helada en la mano y sentado en el bar.
Pero la mala suerte lo tenía cogido de las pelotas a Pulido y un buen día cambiaron la guardia en la que él trabajaba y le pusieron unos guardias privados, que no sabían trabajar en equipo. El jefe de Pulido le advirtió que se cuidara de esos soplones y que no diera chance. Entonces Pulido ya no sabía qué hacer cuando los choferes le ponían los dólares en la mano. Pero, ¡cosa curiosa!, los nuevos guardias cogían las monedas, los billetes a diestra y siniestra y él pronto fue a consultar esto a su jefe y al final nadie sabía nada de nada. Lo que estaba claro, era que estos tipos estaban ahí para cogerlos in fraganti en una falla garrafal y sustituirlos.
Pulido empezó a tratar de comunicarse con estos guardias y ese fue su peor error. En una guardia vespertina se encontró con un viejo compañero, apellidado Bonilla, de aquella primera vez que Pulido trabajó de guardia y la pasaban de lo lindo. En las madrugadas, para alejar a los mosquitos, encendían fogatas con viejos papeles de periódico, fundas usadas de cemento, palos y maderas de pallets destruidos.
Cuando salían se iban a la casa del comando Bonilla y en el patio de la casa encendían un porro de yerba. Bonilla era afroecuatoriano y le presentó a su hermana, que era una negrita linda y que vivía aparte. Pronto se hicieron amantes y cada vez que Pulido tenía que hacer guardia en las madrugadas, salía más temprano que de costumbre de su casa para llegar a la casa de la negrita Gabriela, fumarse unos porros de yerba, tomarse unas botellas, ver películas porno y hacer el amor frenéticamente. Luego ella lo acompañaba hasta la carretera, lo despedía preocupada, pero cariñosamente y él se iba a trabajar al Puerto.
Pero la mala suerte lo tenía agarrado de las pelotas a Pulido y en una ocasión, llegó un poco borracho al trabajo y mientras cogía la coima que un camionero le puso en la mano, no se percató de que un guardia, de los nuevos, estaba a su espalda y lo cogió in fraganti y le dijo:
- ¿Este tipo te está coimando, no?
Pulido, pálido, aterrado, cuando lo vio que con la radio en la mano y que lo iba a reportar, le dijo:
- ¡Oye, brother, tranquilízate!, ¿qué estás haciendo?, nos vas a meter en un lío a todos, si tú también coges dinero, hasta te he visto dejar pasar camiones por veinte y cinco centavos...
Pero el comando estaba decidido a cortarle la cabeza a Pulido y lo reportó por la radio. Pronto vino la patrulla de la nueva seguridad y se lo llevaron a ver a su jefe de Inteligencia Naval. Pulido estaba muerto de miedo, pronto se quedaría sin trabajo ¡y sólo por coger un dólar de coima!
La entrevista fue penosa, el oficial de Inteligencia Naval le preguntó si había sido coimado y Pulido le dijo que sí, luego le preguntó que cuánto había cogido y Pulido le dijo que un dólar. Este argumento el oficial de Inteligencia Naval lo confirmó con el chofer del camión, que también le dijo que le había puesto en la mano al IRLANDES, un dólar y eso fue todo. Pulido estaba decapitado y nuevamente sin trabajo.
Sus amigos le habían dicho que si pasaba algo semejante se quedara callado y que se fuera sin abrir la boca y eso fue lo que hizo Pulido. A la mañana siguiente fue a devolver los uniformes, las botas, se comió el último hot dog del mudito Comebicho y se fue del Puerto sin mirar atrás. Otros amigos, que lo querían mucho por ser buena gente, le decían que utilizara su palanca con su amiga Susana para que no lo saquen, que era ridículo que lo boten por una coima de un dólar, pero Joey era incapaz de mezclar en ese lío a su querida amiga Susana y se fue sin ni siquiera molestarla por aquello.
Una vez más Pulido se encontraba desempleado, viejo, desesperado, con el alma intranquila, subiendo y bajando la loma de su barrio a punto de sufrir un infarto o un derrame y fumando muchos cigarrillos para tratar inútilmente de controlar su ansiedad. A veces le daban fuertes crisis de tembladera que lo mandaban directo a la cama a dormir hasta que se le pasara toda la agonía.