INEPTITUD
POR
SAM SCHOLL
A los poetas Augusto y Solange Rodríguez y a Miguel Antonio Chávez con inmensa gratitud por pedirme que siga escribiendo
Nadie os pide que améis al mundo entero, sino sólo que seáis honestos. No os jactéis de nada. Cuanto más queráis a la gente, tanto más os confundirán. Un niño ama; el adulto respeta. El respeto vale más que el amor.
Saul Bellow
Si en un sentido todos los hombres de cualquier parte habitan el mismo mundo, en otro importante sentido habitan mundos muy diferentes.
John Beattie
Pero las personas ignorantes e infieles que dudan de las escrituras reveladas, no adquieren conciencia de Dios sino que caen. Para el alma que duda no hay felicidad ni en este mundo ni en el otro.
Bhagavad-gita
EL REGRESO DE PULIDO
PROLOGO
Los primitivos creen que todo lo que les sucede es producido por causas divinas; para ellos el mundo místico y el mundo real están profundamente unidos.
Jean Marie Auzias
Querida Madison:
No sabes cuánta falta me has hecho, cuántas noches te he extrañado, sin tener con quien conversar. No sabes cuántas noches he llorado la pérdida de tu foto. Pero ahora que te tengo no te volveré a perder.
Es una cosa increíble cómo las prostitutas se niegan el derecho a experimentar cualquier tipo de placer u orgasmo en su trabajo. En su primitiva mente trastornada, el coito laboral no debe tener un final feliz, es como si tuvieran mutilados los sentimientos.
Pulido besaba con inaudita intensidad la frente empapada de sudor de la bella y joven prostituta. Parecía ser el único lugar donde ella permitía colocar las caricias de Pulido. Joey se esforzaba inútilmente en despertar una pequeña flama de pasión en aquella mujer, obsesionada por poner duro y tieso el miembro viril de Pulido.
Desde el principio hubo problemas técnicos. El pipi de Pulido se resistía a ponerse firme. Para rematar la zorrita interrumpía continuamente la succión, para escupir a un lado de la cama. Esto cortaba el proceso de estímulo sexual de aquella fría y muerta pieza de carne de Joey. Lo más enojoso era la impaciencia silenciosa pero tangible como un bloque de hielo con que aquella mujer masturbaba inútilmente la importante pieza de carne. A veces dirigía sus ojos al techo del estrecho y caluroso cuartito donde yacía la pareja empapada de sudor y llena de miedo a ser sorprendidos.
Cuando ella vio que Pulido se resignó a su impotencia y se empezaba a levantar quedó atontada, desnuda y frágil con las piernas abiertas sobre la cama. Pulido quiso consolarla llenando su rostro de besos tan tiernos como apasionados que patinaban en aquel rostro corrupto y bello, pero traspirado. Ella se resistía a que su cliente se marchara insatisfecho y se debatía, contorsionando el cuerpo, con el ceño fruncido, tratando de agarrar con sus frágiles dedos el húmedo y escurridizo pedazo de carne que colgaba inerte entre las piernas de Pulido para ¡por fin! introducírsela en su calurosa y apretado vientre. A lo lejos se escuchaba la balada You makin lovin fun de los Fletwood Mac.
Todo era inútil y de manera desconsolada repetía con la frente llena de gotas de sudor:
- Es que no se puede, es que no se puede...
Mi relación laboral está al límite.
Pensé en adquirir un cuchillo y matar a este cabrón. Pensé en renunciar y largarme a Salinas. La situación laboral es insoportable...es verdad que necesito el trabajo, pero ¿puedo seguir trabajando bajo estas circunstancias?, la amenaza de muerte es una cosa seria. Este tipo no está bromeando, tiene libre derecho a hablar de mi lo que le da la gana. Me serrucha el piso de frente y me humilla y cuando accidentalmente prueba el chocolate de su propia cuchara me amenaza de muerte.
Hablé con el hombre, lo tranquilicé, le pedí disculpas y le dije que lo respetaba y parece que el hombre comprendió todo y está tranquilo. Ojalá todo se quede frío. Tal vez haya sido necesario este terremoto para que se restablezca el equilibrio. Como dice William Faulkner:
Fijar un límite de tiempo a todo lo que uno hace, determina que un hombre ponga más energía en las cosas; le da fuerzas para subir a la montaña, como quien dice.
Todas las influencias que han gravitado sobre mí, me esperaban al nacer yo, por lo cual os cuento más de ellas que de mí.
Saul Bellow
Por mucho que hagas, la realidad se impone al fin.
John Updike
Escribe, pues, lo que has visto, tanto lo presente como lo que ha de suceder después.
Apocalípsis
Mientras Joey Pulido se encontraba acostado en la hamaca de su patio, escuchaba el sordo, pero también melódico retumbar de las olas sobre la negra orilla de arena. Pensaba, que las madrugadas en Salinas son silenciosas, preñadas de estrellas, como una gran poesía de Robert Frost:
ARROBAMIENTO
La lluvia le dijo al viento:
- Empuja tú que yo azoto-y tanto hirieron el soto Que de las flores altivas, Doblegadas pero vivas, yo sentía el sufrimiento
Noches profundas e inauditas, incomparables como la belleza de sus mujeres cholas. El silencio de la calina del desierto se mezclaba todo con los pensamientos de Joey Pulido y aquello era magnífico, indescriptible como una melodía de Kenny G.
Pulido, con una linterna en la mano, leyó una poesía que acababa de tipear en su máquina de escribir:
TERE & JAN
Me gustan las noches cálidas
de Saigón
Recuerdas el primer beso que te di
en la terraza del Continental
Veníamos del fumadero de opio de la rue d’Ormay
Y te juré amor eterno
Me gusta masturbarte
hasta verte eyacular
Me gusta chuparte apasionadamente
tus pequeños y delicados pezones
¿Te gustaría más con un penecito entre las piernas?
Te recuerdo cuando escucho
a Laura Pausini
¿Era esto lo que querías escribir allá en el 89?
Sí
Y yo me reflejo en los celos
y la actitud de mujer ultrajada
de Laurina, la pequeña
Amante de Bel Ami
Todo me recuerda nuestro amor
tus gritos, tu pasión
El río pestilente de Saigón
El tiempo había pasado, pero las cosas no habían cambiado mucho para Pulido y su familia. Su anciana madre sufría de una leve diabetes acompañada de hipertensión que poco a poco iban deteriorando sus vísceras, y todos los días tenía que medicarse con pastillas. Cada vez que veía el rostro de su madre veía la calavera de la muerte. En aquel rostro antes tan bello como amado, ahora, completamente consumido, ya no reconocía el rostro de su madre.
Estas enfermedades las cogió, cuando Pulido sufría de aquellos ataques de locura paranoica, producidos por el bombardeo radial de la música de Oscar de León y toda esa porquería de salsa, que sus enemigos le hacían escuchar. ¿Quienes eran esos enemigos que lo veían a Pulido como un enemigo?, ¿quiénes eran esos tipos que se concentraban en reuniones para acabar por destruir la vida de un hombre de letras?, ¿por qué lo consideraban como una peste y algo de lo peor?, ¿también lo creían un peligro para Latinoamérica?, ¿por qué?, ¿se trataba acaso de una conspiración para matar a Joey Pulido?
Los errores cuestan dinero, se roban el futuro de las personas inspiradas, y a veces hasta cuestan la vida.
El paso del tiempo la había demacrado mucho a la madre de Pulido, convirtiendo su rostro, en el reflejo cruel de una fruta seca, atravesada de mil arrugas. La resignada anciana, pasaba la mayor parte del tiempo acostada frente a la televisión o dormida. Cuando se levantaba de la cama, era para ir a la cocina para tratar de preparar algo de comer, pero siempre terminaba rompiendo vasos transparentes que no veía. Incluso el médico le prohibió salir de la casa sola, porque se caía y se hacía sangrantes heridas en las rodillas. Su única distracción consistía en hablar por teléfono, acostada en su cama, y desde ahí, despotricaba amargamente contra su inútil hijo, su fanática nuera, su mezquino esposo y contra todo el cruel e injusto mundo, el mismo que, poco a poco, se preparaba a abandonar. De vez en cuando escribía poemas tristes, pero hasta esto se acabó, cuando se empezó a quedar ciega. A veces su indómito espíritu le hacía olvidar su situación y se ponía a barrer y terminaba tragando el suficiente polvo como para caer mortalmente enferma de tos, enfermedad que siempre demoraba mucho de curar.
Su esposa, Penélope, había terminado por adaptarse a la vida de miseria que llevaba junto a su marido, por las noches escuchaba las tristes, castradoras y depresivas canciones de Ana Gabriel, Lupita Dalessio, Rocío Jurado, Rocío Durcal, Gloria Estefan, pero no dejaba pasar un día sin recriminarle a su inútil esposo por la falta de dinero para sus hijos y esto ya no enloquecía con depresión a Pulido, sino que lo llenaba de una silenciosa vejez y desesperación. Cuando Pulido no podía soportar más, salía a su pequeño portal a fumar y fumar. Luego miraba hacia las estrellas y le preguntaba a ese Dios en que no creía:
- ¿Por qué permitiste que naciera?, ¿cuál es el sentido de tanto sufrimiento?
Penélope pasaba más tiempo en su iglesia que en la casa y esto volvía loca a la madre y al padre de Pulido, que tenían que lidiar a los dos chicos todo el tiempo. Penélope estaba harta, harta de vivir con un bueno para nada y cada día se sentía más asfixiada.
El padre de Pulido había terminado por aceptar y comprender, la idea de mantener a su hijo Joey y su familia, tal vez, aceptando sin remedio, la idea, de que había engendrado un hijo bobo, que no sabía valerse por sus propios medios.
Pero, en definitiva, nadie de la casa había terminado por aceptar la idea de que Pulido era escritor. Simplemente, su familia no tenía inteligencia ni ojos para ver y comprender la actividad, todo el tiempo y esfuerzo que Joey pasaba sentado frente a la máquina de escribir. Por lo tanto, para poder seguir su vocación literaria, Pulido tenía que usar la máquina en las noches y madrugadas, cuando todos dormían. Después de regresar de Cuenca, Pulido había comenzado y terminado de escribir un manuscrito político titulado: DEMOCRACIA Y LIBERTAD, donde expresaba la necesidad latinoamericana de desbloquear a Cuba, para que el poder democratizador del dólar washingtoniano, penetre en esta civilización dirigida con mano de hierro desde LA HABANA, así como, poco a poco, también la libertad, el turismo y la democracia, para que ablanden el régimen totalitario, que restringía las más mínimas libertades, tanto formales como reales de los cubanos. En definitiva, lo que Pulido quería decir en aquel manuscrito político, el mensaje de auxilio que le mandaba a Washington, era que los cubanos de la isla estaban ansiosos de comprar en los supermercados de Miami, y que lo que querían era la libertad, la cultura, la música, la literatura y toda la filosofía política de los anglosajones y no los soldados, las armas, las directrices explotadoras de Washington. Estados Unidos debía sembrar amor en el corazón de los latinoamericanos para cosecharlo plenamente, pero en vez de eso, hacía todo lo contrario. Latinoamérica no quería de Washington bases militares ni guerras ni armas, lo que quería era que los gringos invirtieran en educación, en salud, en comida gratis para los menesterosos y desamparados, en agricultura y en una cultura de paz.
Más adelante, su escrito señalaba la penosa y desastrosa influencia política de Cuba en el resto de América Latina y el Mundo, al ser el mayor exportador de su nefasta cultura de la pobreza y del odio inexplicable e injusto hacia la cultura y el pueblo estadinense. El pueblo y la cultura anglosajona no podían pagar con odio y terrorismo, todos los platos rotos que provocaban los ignorantes gobernantes de Washington.
En otros capítulos, hablaba sobre la legalización de la marihuana, para disminuir los efectos, que la guerra contra las drogas esparcía por toda la zona andina: migración, fumigaciones nocivas para el pueblo y sus cultivos legales, fuga de cerebros, desplazados, huérfanos, violencia, refugiados, tráfico internacional de armas, secuestros, mutilados por las minas antipersonales, narcoeconomía que no pagaba impuestos al SRI...
Todo su trabajo comenzaba con una cita del profesor John Beattie, que decía así:
Una ley científica no es simplemente la afirmación de una regularidad; es una síntesis teórica que explica una regularidad. No es ni una deducción a partir de principios ya establecidos, ni una inducción a partir de la observación empírica, sino esencialmente, como dice el filósofo Stephen Toulmin, “la adopción de un nuevo enfoque”. Aun cuando tal síntesis puede expresarse en forma de proposición general, lo que tiene de explicativo no es su generalidad, ni tampoco cualquier especie de regularidad de los datos a que se refiere, sino esencialmente la nueva síntesis teórica que propone.
Mientras tanto, en el día, Pulido acudía a su nuevo trabajo como jefe de personal de la constructora de su primo, Juan Carlos. Pulido tenía la responsabilidad de vigilar el suministro del aceite hidráulico a los compresores, que su primo utilizaba, para sus trabajos de demolición y demás actividades de su profesión, como ingeniero civil.
Pulido se divertía con el chofer del pequeño camión de la constructora, llamado Bigotín, intercambiando chistes sexuales, anécdotas púrpuras, historias familiares... Una de aquellas historias, se refería a cierta vez, en que el chofer –después de una sesión de sexo con dos chicas-, se había dedicado a tomarles fotos, mientras estaban desnudas, para después, mandarlas a revelar al quiosco de un chino; cuando las fue a retirar, el dependiente asiático lo llamó a parte y lo repeló, diciéndole: que no vuelva nunca más a su negocio a traerle la foto colupta, porque él tenía un dispositivo de revelado público, que aparecía, foto por foto, en el escaparate, y esto había traído la aglomeración de un pocotón de gente, y hasta de la policía, y casi le cierran el negocio de revelado fotográfico al chino. Todos se mataban de la risa con aquella anécdota.
A aquel chofer le gustaba fumar base en las noches, acompañado de su chatita de puro. Pulido lo miraba con comprensión, porque el lugar donde él vivía, era un cuartito por demás encerrado, sin ventilación, sucio, húmedo y miserable. Pulido pensó que había que fumar droga para poder aceptar la idea de tener que vivir en aquel reducido espacio, siempre húmedo, triste, monótono y rodeado de toda clase de atrocidades y de mal vivientes.
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